A solas, esta última noche del año, repaso el año que termina y un cierto malestar que me desasosiega. La ilusión de un cambio político se evapora, por el tira y afloja que se traen los partidos , incapaces de no ver más allá de sus propios intereses. Nuestro país donde la corrupción se extiende de norte, a sur y de este, a oeste, con casos tan sonados que parece que nadie se salva, que te hacen desconfiar de todos.
La humillación, que Cataluña está sufriendo, empezando por la corrupción de sus diligentes,
capaces de manchar lo más sagrados valores de un pueblo ,para tapar sus tropelías,
arropados por empresarios ávidos de dineros, usureros de su propia patria, vestidos con banderas separatistas
,esa que tanto defienden y que enarbolan para engañar a un pueblo cansado de
aguantar políticos de medio pelo, creyéndose semidioses e intocables, practican el deporte nacional de
“no es mi culpa”, esos partidos nacidos de la raíz de un pueblo, que se asoman a las ventanas del poder y cambian
los valores, por salomónicas votaciones para
lavarse las manos y no enfrentarse a “la casta” con la que ya quieren
emparentar, encantados de ser primeros planos de los medios de comunicación .
Confío que este
año que empieza sea el año de la
renovación, que nos sirva de catarsis todo lo vivido, que no dejemos en manos
de los políticos el futuro de nuestros hijos y nietos, que se activen
mecanismos para que rindan cuentas y no queden impunes , que nuestros votos,
voten, que no sea, solo,un simulacro.
Si yo pudiera ,pondría
en el poder, a esas, madres y abuelas ,que sustituyen las altas finanzas, por un lápiz y una libreta y a los bancos, por humildes monederos y que son
las que de verdad hacen que este país funcione.
Pero claro, esta
son, solo… Las cosas de la Abuela Carmen
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