miércoles, 27 de mayo de 2015

CUATRO CARAS DE LA SOLEDAD



CUATRO CARAS DE LA SOLEDAD
                    I
  (Soledad compartida)

Busque la complicidad                 
de nuestra alcoba silente               
y ofrecerte dulcemente                  
compartir en igualdad,                  
la más dulce soledad.                    
En tú oasis amoroso                     
mi  ser, se sintió ardoroso            
y aquel ansiado desierto,             
dejaba mi cuerpo abierto            
y tú corazón  gozoso.                   

           II
Soledad deseada

Esa soledad que añoro,    
que en mi vida reposaba. 
Repicando con mi aldaba 
la llamo yo sin decoro.    
Pues su silencio yo adoro.
Voy evocando su ausencia
y pido  de su clemencia      
que en mis días me acompañe,
y  en su soledad me bañe,       
y me ofrezca su indulgencia. 

              III
(Soledad obligada)

Su último adiós yo he guardado,
como un bello relicario.
Y es en mi pecho un sudario,
que fuertemente aferrado,
es  sarcófagos  forjado
y es la certeza final.
Que la soledad abismal
cautiva mi vida tiene
y en sus garras me detiene
dejando atrás mi pasado.

             IV
(Soledad de la muerte)

Gimen silencios hirientes,
de muerte sus trajes llevan
y de las simas se elevan
soledades balbucientes.
Allí, quedan penitentes,
 las soledades  postrera.
La muerte por compañera
te clava, el fin en el pecho.
Y el crisantemo desecho
corona tu calavera.

Carmen Pacheco Sánchez

lunes, 25 de mayo de 2015

El Camino



 
 EL CAMINO

Padre hoy haremos el camino,
sé que duro y molesto.
Te llevare en mis hombros
y créeme,  que lo siento…
El asilo no es tan malo,
ya sabes que lo lamento.
Pero entre el trabajo y los hijos
apenas si tengo tiempo…

-No te preocupes hijo mío,
de verdad, que yo te entiendo.
Anda despacio y descansa
junto al pozo de ese huerto.
Veras una piedra grande
allí, puedes coger el aliento.
pues hace algunos años,
hoy yo a ti te confieso,
también lleve a mi padre
al asilo de ese pueblo.

Y comprendo lo que sientes
pero no hay más remedio.
Que los viejos estorbamos,
los achaques y estos huesos
que de tanto trabajar
quedaron ya sin remedios .
Hijo, no te preocupes por mí
Que no seré el último
ni tampoco soy el primero,
esto  es una larga cadena
y tu hijo, lo harán de nuevo.

El hijo mira a su padre,
se le estremeció el cuerpo.
-Padre súbase a mis hombros
 que lo llevo  de regreso.
Yo romperé  la cadena
dijo: el joven, al mas viejo.
Terminemos esta locura
y volvamos a nuestro pueblo. 
No quiero que un hijo mío,
tenga que descansar en la  piedra,
junto al pozo de ese huerto.

 Carmen Pacheco

lunes, 11 de mayo de 2015

EL LINCE Perdido en un sueño (RELATO)




EL LINCE 
 Perdido en un sueño
Mi abuelo , cuando me llevaba con él en sus excursiones por la sierra, solía decirme:  “A veces giramos tanto, que se nos olvida que solo somos un soplo de viento en medio de una gran tempestad “ ahora sentado allí ,comprendía  sus palabras, en lo alto de aquel  risco, en medio de la naturaleza  ,contemplaba aquel  mar de matorrales que se abría ante mi vista, sobresalían  entre ellos las copas de las viejas encinas y las de los toscos alcornoques,  que con su caligrafía mediterránea  iba describiendo la naturaleza en toda su plenitud.
Cuando extasiado contemplaba aquel hermoso paisaje, entre unos matorrales vi el motivo que me había llevado hasta allí , hacia un tiempo que se oía decir que ejemplares del Lince Ibérico se veía por aquella zona,  observe  su pelaje pardo grisáceo, con flancos moteados en negro, felinos ojos,  nariz bien dibujada y enmarcando sus perfectos rasgó unas largas patillas adornaban  su cabeza que rematada por tiesas orejas con hermosos pinceles  componían  la madura y majestuosa figura, de aquel  hermoso ejemplar de Lince Ibérico. “El Rey de la Sierra” paseaba toda su belleza delante de mí, contuve la respiración,  mi corazón  latía con fuerza y no era por la empinada cuesta, ni  por el camino abrupto que acababa de subir,  mi corazón  latía impaciente , esperándole, el aire  soplaba a mi favor y pude observar sus anchas patas  y como se deslizaban entre los matorrales,  parecía   flotar, pues ni una sola ramita de la seca  hojarasca se quebraba con sus pisadas.
Esperé quieto, casi  no respiraba obsesionado en que nada delatara mi presencia,  mi sueño se estaba cumpliendo, volver otra vez  a ver  un Lince, en su espacio natural ,  otro paso más y lo tendría tan  cerca que  lo podría tocar con la mano, estiré  el brazo y de pronto algo rompió el hechizo, un chasquido y un seco golpe arruino mi  más hermoso sueño,  el libro que estaba  leyendo cayó al suelo y el golpe me despertó, eran las dos de la madrugada, me había quedado dormido en el sofá mientras leía  el libro de Antonio Sabater  El Lince Ibérico
Quiero pensar que este sueño pueda ser una realidad ,que nada  impida a hermosos ejemplares campear  por nuestra Sierra y no solo sean una especie protegida en pequeños reductos para estudios de naturalistas y que  su bella estampa sea algo más que fotos llenas de nostalgias en las páginas de un libro.