Cuántas veces yo
he cogido
el sendero de las
palabras,
solo para
acercarme a ti.
En cada letra de
tu nombre
busqué mis raíces
y mi infancia,
que fueron los
atajos en mis versos.
Sin rumbo
deambulé por tus calles,
escuchando
ecos adormecidos
de cerrojos
tras las puertas,
con susurros y
voces familiares
de mañanas recién
hechas.
Vocales hechas
árboles,
consonantes que
son riveras,
gramática libre,
sin etiquetas.
La voz del
jilguero en el viento
sin tiempo, sin
espacios.
Cazalla tu nombre
se cruza
y se diluye entre
mis letras
como la niebla
matutina.
Los verbos se
funden
entre metáforas
imperfectas,
por
altozanos encalados
ceñidos a
empinadas cuestas.
El Acróstico con
tu nombre
voy buscado entre
las letras
Caminé por tus noches de
verano
Asomándome a tus rincones
Zaguanes perdidos en la
penumbra.
Acariciados por mil
abanicos.
La cálida cadencia de tus
acentos
Las viejas y chirriantes
mecedoras.
Acechan en la noche mis
recuerdos.
Y seguiré
caminando
Por el sendero de
las letras…
Tatuaré tu nombre
en el aire
para impregnar el
aire con tu esencia.
Carmen Pacheco
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