martes, 18 de octubre de 2016

Escuchando el silencio



El silencio fue creciendo y su eco se hizo tan fuerte que gritaba en mis oídos, me desperté sobresaltada, mire por la ventana y una espesa niebla cubría la calle, era una sombra etérea y traslucida hecha como de agua y cristal, que a modo de un mar inexistente invadía la amplia avenida.
Sentí la boca amarga, el recuerdo de aquel beso, difuso y abatido palpitaba entre mis labios deshabitados de ti, me sentí como aquella calle desierta y envuelta entre las sombras. Furtiva, mi mirada, buscaba un pequeño rayo de luz para ver detrás de aquella niebla y si los edificios que nuestro amor habían construidos seguían allí o estarían en las antípodas de nuestras vidas, parecía que a nuestros ojos se les habían olvidado el encanto de asomarse a las ventanas y ver el tiempo pasar, suavemente, como si fuese el roce de una sombra.
 La mortecinas luces del alba empezaban a desperezar el día, la calle empieza a despertarse, la niebla como una inmensa cometa levanta el vuelo y deja ver que los edificios siguen ahí, que nada ha cambiado, simplemente nuestros ojos dejaron de mirar

Sonrió y siento sobre mí, las manos cálidas de miles de generaciones que me enseñan que en la vida no es todo color de rosa ,que entre los blancos y los negros, están los grises y entre ellos está escondida una música que nunca se ve, ni se oye y que son las que mueve las manecillas del reloj con un melodioso compás para que no nos perdamos entre la niebla de nuestros sentimientos.
            Carmen Pacheco Sánchez

2 comentarios:

  1. Un grato placer...pasar por tu blog y leer un poco de tus cosas....Mis abrazos.SOL.

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  2. Un abrazo y mil soles para ti que iluminen tu camino

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