En estas alturas
de mi vida he dejado de sentir rencor, he aprendido que es algo muy pesado para
llevarlo cargado las veinticuatro horas al día y todos los días de nuestras
vidas. Claro que las cosas duelen, que los sentimientos también sangran cuando
te hacen daño y que incluso esas heridas son más profundas que las que te
puedas hacer en tu cuerpo , pero lo mismo que las heridas físicas las curamos y
hacemos que cicatricen, las heridas del alma también debemos hacer que curen ,
"las vendas" del olvido pero no perdono, aunque no son las más recomendadas
pueden aliviar el dolor, la indiferencia, suele ser más eficaz, y “una caja de
comprimidos ” de NO ME IMPORTA es muy aconsejable.
Aquellas personas
que nos hacen daño, se olvidan de ello rápidamente, mientras que si nosotros
guardamos rencor estaremos metiendo los dedos en la llaga y agrandando cada vez
más la herida y vivir en esas esclavitud
que provoca el odio y rencor hace que no disfrutemos de todo lo demás que nos
rodea , nuestro cuerpo se debilita con el sufrimiento y el rencor, porque son
sentimiento negativos.
Con la
indiferencia llega el olvido y puede que hasta el perdón y eso hace que te
sientas superior a la persona que te causo el dolor . Un sentimiento positivo es
,el más dulce bálsamo para el alma, tu mochila se irá descargando y dejara de pesar, los hombros y la cabeza subirán
con la autoestimas de que tú eres mejor que el que te hizo el daño y la sonrisa y la luz de la serenidad
de tu mirada dará belleza a tu cara y habrás encontrado el equilibrio perfecto.
Esta es mi
reflexión después de pasar por la vida durante 65 años ,quien quiere hacerme
daño se encontrará con la coraza de la indiferencia y si me doliera un poco tomaré un comprimido
de NO ME IMPORTA
Carmen Pacheco .
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