Ronda la muerte
En estos días la
muerte ronda por mi entorno, no soy supersticiosa
y en ese sentido no me afecta pero si me hace recapacitar sobre ella. La muerte
inesperada del marido de una amiga, cuando apenas había entrado en la madurez, la muerte de una antigua vecina, relativamente
joven, la muerte prematura de un amigo
de mi hijo, cuarenta años y una enfermedad grave y devastadora que lo arranca
de la parte más dulce de la vida, de su joven mujer y de sus dos hijos pequeños,
y ayer el aniversario de la muerte de mi padre y todo en poco más de una
semana.
Me he parado y he
reflexionado, mire para atrás y veo que a lo largo de nuestro camino por la vida son
muchos los que nos van dejando. Es una
ley natural que nada puede detener pero que araña el alma. Pienso que es la
consecuencia de hacerse mayor, se pierden los abuelos, se pierden los tíos, los padres,
los amigos ,los conocidos y la lista se hace más larga de lo que una quisiera.
Esta semana ha
sido como una parada en el camino, sentí que me sentaba
en esa piedra que al borde de todo camino hay y donde el caminante después de
un largo paseo se para y se sienta a descansar y mira
el camino recorrido pensando en el paisaje que dejo atrás. Simplemente que en este momento la sensación
fue de vacío, recordé tantas caras, tantas personas que ya no están
M e he parado y mi
mente se quedado en blanco sin saber que sentimientos me invadían y no los he
podido identificar ¿Pena? ¿Dolor? ¿Tristeza? ¿Soledad? ¿Aceptación? Y al final después de un buen rato dándole
vueltas a la cabeza solo me ha salido como un flash, la palabra VIDA, incluso
en la soledad del momento mis labios la pronunciaron en voz alta, me sorprendí,
pues parecía una contradicción, pero me
dado cuenta que no, el camino de mi vida se va haciendo largo y que al vivir
más años los que son mayores que tu por regla general quedaran en ese camino.
No me da miedo mi muerte, pero no quiero que revolotee entre mis seres queridos.
En la soledad de la noche recorro esta infinita carrera de mi tiempo, miro la imperturbable y enigmática
vida y siento el sonoro cortejo de mis pasos que cruzar la noche , siento que corro para
huir y distanciarme de mi misma, para que la muerte no ronde más en mi camino y solo me la vuelva a encontrar e inevitablemente al final de mi
vida ,pues no quiero que camine junto a mí.
Carmen Pacheco
Es tan caprichosa como inesperada la muerte, Carmen, y siempre, siempre tan mal recibida. Un beso.
ResponderEliminarEs verdad es una visita que a nadie le gusta y ni a escobazo se la echa. Gracias Leo por pasar por el blog Un abrazo
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