En ese cielo inmensamente azul
con pequeñas nubes algodonosas
tus abruptas montañas se perfilan
por el bello horizonte , silenciosas.
Y simulando caminos tortuosos
las estrechas veredas serpentean
Los matorrales de aulagas y jaras
y las viejas encinas te campean..
Por el verde olivar que se adormece
con el placido sol del mediodía.
Se oye a lo lejos el cansino grillo
que da al campo su alegre melodía.
Por aire revolotean los trinos
del canto musical de un jilguero.
Los vientos impregnados con aromas
de orégano, alhucema y el romero.
Sediento y seco el surco del arroyo
obstinado en el fluir del agua, espera
entre estériles y grises barracas
que preñan y dominan tus laderas.
Con un perezoso cencerrear
un dócil rebaño pasta y ramuja.
El bucólico paisaje de flores
con mi pluma sus pétalos dibuja
Yo me saturo de azules y de ocres,
grises y pardos aterciopelados.
Saboreo el espacio, sorbo a sorbo;
quedan mis sentidos en ti atrapados
Mi corazón estático en el tiempo
y extasiado en los versos del paisajes
Tus calles empinadas y tortuosas
el blanco de la cal, se hacen encajes
Dejándome llevar por los pinceles,
tu matriarcal iglesia y su figura,
me deslumbran los ojos con su imagen,
describiendo al detalle su hermosura.
El sol calienta, pero no castiga,
con sus rayos alumbran y realza,
cada hoja, cada árbol y cada monte
allí donde la vista el hombre alcanza
Me has prestados tus paisajes en versos
línea a línea, yo te he pintado
me has tatuado la piel en cada trazo
dejándome tu impronta. Pueblo amado
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