CUATRO
CARAS DE LA SOLEDAD
I
(Soledad compartida)
Busque
la complicidad
de
nuestra alcoba silente
y
ofrecerte dulcemente
compartir
en igualdad,
la
más dulce soledad.
En
tú oasis amoroso
mi
ser, se sintió ardoroso
y
aquel ansiado desierto,
dejaba
mi cuerpo abierto
y
tú corazón gozoso.
II
Soledad
deseada
Esa
soledad que añoro,
que
en mi vida reposaba.
Repicando
con mi aldaba
la
llamo yo sin decoro.
Pues
su silencio yo adoro.
Voy
evocando su ausencia
y
pido de su clemencia
que
en mis días me acompañe,
y en su soledad me bañe,
y
me ofrezca su indulgencia.
III
(Soledad
obligada)
Su
último adiós yo he guardado,
como
un bello relicario.
Y
es en mi pecho un sudario,
que
fuertemente aferrado,
es
sarcófagos forjado
y
es la certeza final.
Que
la soledad abismal
cautiva
mi vida tiene
y
en sus garras me detiene
dejando
atrás mi pasado.
IV
(Soledad
de la muerte)
Gimen
silencios hirientes,
de
muerte sus trajes llevan
y
de las simas se elevan
soledades
balbucientes.
Allí,
quedan penitentes,
las soledades
postrera.
La
muerte por compañera
te
clava, el fin en el pecho.
Y
el crisantemo desecho
corona
tu calavera.
Carmen
Pacheco Sánchez