En los
jardines mutilados, empieza a brotar las
primeras hojas, que con fuerza emergen entre los desnudos troncos, mientras la larga
noche se sacuden de esas desteñidas mañanas con cielos casi
grises casi azules que el invierno nos deja.
Los primeros
pasos de la primavera nos van llevando a los aromas familiares que bañan a
Sevilla cada año y bajo un cielo azul intenso, como un ritual sagrado, los
cálidos rayos del sol hacen florecer los naranjos, llenando el aire de nuestra
ciudad de los llamados “olor a Semana Santa” que a los sevillanos tanto gusta.
Solo viviendo en
Sevilla se puede comprender cosas como estas, qué fácil es escribir y
describir nuestra tierra, porque con una sola mirada alrededor y las
palabras fluyen.
Azahar, nardos, claveles,
incienso, olor a cera.
Ya huele a semana santa .
En Sevilla es primavera.
Cofradías, hermandades
por su calles se recrean.
Vírgenes con caras gitanas
Cristos con dolor a cuestas.
Y Sevilla es mantilla.
Y es Sevilla peineta.
Y Sevilla se hace palio.
Y se hace Sevilla saeta.
Y es Sevilla vela blanca.
Y Sevilla es flor abierta.
Y los brazo del sevillano,
varales de plata vieja.
Sevilla se hace silencio.
Sevilla se hace pena.
Sevilla se hace rezo.
Sevilla es nazarena.
Porque Sevilla la siente.
Porque Sevilla la sueña.
Semana Santa en Sevilla,
Semana Santa en mi tierra.
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