martes, 17 de marzo de 2015

Adiós al invierno





Atrás van quedando esos  amaneceres de seda gris casi azul de los últimos días del invierno, que con  voz resacosas, de boca seca y labios fríos  por los tragos gélidos de las últimas madrugadas invernales  parecen despedirse  llamando a la primavera 

 En  los jardines mutilados,  empieza a brotar las primeras hojas, que con fuerza emergen  entre los desnudos troncos, mientras la larga noche  se sacuden  de esas desteñidas mañanas con cielos casi grises casi azules que el invierno nos deja.

Los primeros pasos de la primavera nos van llevando a los aromas familiares que bañan a Sevilla cada año y bajo un cielo azul intenso, como un ritual sagrado, los cálidos rayos del sol hacen florecer los naranjos, llenando el aire de nuestra ciudad de los llamados “olor a Semana Santa” que a los sevillanos  tanto gusta.

Solo viviendo en Sevilla se puede comprender cosas como estas, qué fácil es escribir y describir  nuestra tierra,  porque con una sola mirada alrededor y las palabras fluyen.

  
Azahar, nardos, claveles,

incienso, olor a cera.

Ya huele a semana santa .

En Sevilla es primavera.



Cofradías, hermandades

por su calles se recrean.

Vírgenes con caras gitanas

Cristos con dolor a cuestas.



Y Sevilla es mantilla.

Y es Sevilla peineta.

Y Sevilla se hace palio.

Y se hace Sevilla saeta.

Y es Sevilla vela blanca.

Y Sevilla es flor abierta.

Y los brazo del sevillano,

 varales de plata vieja.



Sevilla se hace silencio.

Sevilla se hace pena.

Sevilla se hace rezo.

Sevilla es nazarena.



Porque Sevilla la siente.

Porque Sevilla la sueña.

Semana Santa en Sevilla,

Semana Santa en mi tierra.

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