Furtivo en la noche
Deambulaba por
las calles, su rumbo era solo marcado por esa sensación de soledad que desde
hacia tiempo lo invadía, la noche era la cómplice de sus silencios, nadie se
cruzaba en su camino en aquellas altas
horas de la madrugada, así podía aislarse en la oscuridad, como un furtivo, miraba
las viviendas preñadas de secretos; las lánguidas farolas de los viejos callejones
lo asaltaban y latía en sus sienes…
Desde hacia
tiempo, veía pasar los días como caballos desbocados entre la envidia y los
temores, oía las dentelladas del tiempo, los bostezo asustados, el furioso
ladrar del infinito que solo se acallaban en su deambular nocturno.
Aquella noche
desde la oscuridad miró la luz mortecina de aquella ventana, dos figuras al
contraluz se abrazaban dibujando su amor a través de los cristales, mudo y asombrado se
derrumbó, comprendiendo que su vagar era solo una búsqueda… La necesidad del
amor.
Abuela Carmen; a mí me pasa lo contrario. En la oscuridad de esos cinco minutos que hay entre la vigilia y el sueño, es cuando menos silencio encuentro: repaso la jornada, la semana que se fue y el resto de mi vida, y si, en esos cinco minutos encuentro el amor por lo que he vivido y con quien lo he compartido...
ResponderEliminarYo soy mucho de ese silencio que nos brinda la noche, pero mis silencios son como los tuyos reflexivos y gratos, no como los del personaje de mi microrelato Él buscaba la noche y sus silencios para huir de su realidad. Gracias Javi por pasar por mis letras
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