Nos llego el día
del adiós
Siento impotencia
y dolor y sé, que un muro no me deja atravesar este día, quedaré retenida en el
aunque el tiempo lo derribe, un antes y
un después marcara mi camino , porque algo de mi vida ha quedado atrapado en
este punto del pasaje. Siempre te dacia. ¡Cuánto te quiero hermano! Pero hoy he
comprendido la dimensión de mi cariño, te he visto luchar en silencio, ese
silencio que formaba parte de tu identidad, preferías el silencio a la ira,
preferías el silencio y la sonrisa para mostrar los sentimientos, tus silencios
para darnos fuerza han sido los más
elocuentes
Nunca salió de tu
boca
la rabia, ni el
desafío,
y el silencio fue
tu arma .
Y hoy tus labios
casi fríos,
no
pronuncian ya palabras.
Inmóvil, casi
yacente
siguen tus labios
en silencio
y ni tu rostro nos grita
el dolor, ni el
sufrimiento.
El miedo y la esperanza se fundían en un doloroso pasar
el tiempo y yo …
Fundí el miedo y
el valor en un todo,
arrojándome rendida en su ruedo
fui quedando en la arena sin denuedo...
Buscaba en el día a día acomodo.
La arena con
mi llanto se hizo lodo
que mezclada con
el viento y mi miedo
frente a frente a
la fiera yo me quedo
varada entre los
pliegues del recodo .
Quiero apartar la
fiera que te daña
la fiera que ha marcado ya tú vida
y a la muerte ha
dejado en su tortura .
Silenciosa la
impávida guadaña
se ufana por ganarte la partida...
Ya, su reloj...
Marco tu sepultura.
Esperaba esa
llamada, pero siempre te coge desprevenida, finalizaba el día y con el término tu
camino, la rabia y el dolor me hicieron gritar, te llamaba queriendo retenerte
pero ya solo el silencio me contesto, quisiera pensar que el más haya existe,
pero hace tiempo deje de creer . No
importa, mientras vivamos todo los que te quisimos tu vivirás, pues tus recuerdos quedaran entre
nosotros. Hasta siempre “Niño”, hasta siempre...
Hermano .
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