domingo, 15 de enero de 2012

Granada y sus nieves eternas


Granada y sus nieves eternas

-Me cuentas un cuento Abuela
de ésos que a ti te contaban.
-Hoy te contaré una historia
que sucedió por Granada.
Hace muchos, muchos años
una preciosa sultana
lloraba muy compungida,
en el patio de la Alhambra.
Un hada azul que la vio
bajó para consolarla.
Le dijo - Bella princesa
¿Por qué esa pena amarga?
-De noche en el alminar
miro la luna…Tan alta,
que quiero subirme a ella.
Desde su balcón de nácar
mirar como Andalucía
su luz la vuelve encantada.
Que la luna se hace bruja
por sus calles y sus plazas
y le da hechizo de sombra
y bebedizo de plata.
Quiero volar a la luna.
Desde su blanca atalaya,
contemplaré las marismas
porque en Huelva queda atrapa
entre el pinar y la arena,
por esas dunas doradas
cuando se funde en la noche
en fragua de bronce y nácar.
Que en noches de luna llena
desde Córdoba a Granada
se conviertes bandolera,
como jaca cartujana.
recorre la serranía.
Jaén,lo viste verde plata
cuando su rayo refleja
al verde olivar que baña
Dicen que Cádiz la espera
y en la caleta se empapa
de la gracia y el salero
que esa tierra derrama
Y en Málaga y Almería
se pasea por sus playas
y coge las caracolas
y con ellas ataviada
presume con poderío
como una diosa pagana
Llévame tú, hasta la luna,
condúceme a su baranda.
Quiero ver como la luna.
con los pinceles del agua
pinta en el Guadalquivir
la verde orilla que baña.
Me han dicho que coquetea
acariciando sus aguas,
dándole achares de amores
como niña enamorada.
Y en Sevilla se recrea
y susurra a la Giralda.
Mira a la Torre del Oro,
encelándola con Triana.
Yo me muero aquí de pena
asomada a mi ventana,
y entre rejas prisionera
miro a al luna, fascinada.
Por conseguir ese sueño,
cautiva tengo yo el alma.
El hada compadecida,
dice después de escucharla.
-Cumpliré yo tus deseos,
pero antes de que el sol salga,
deberás volver deprisa
al patio de la Alhambra,
o dormirás para siempre
convertida en nieve blanca.
La niña sube despacio,
hasta la luna de nácar
mirando su Andalucía
desde la blanca atalaya.
No se cansaban sus ojos,
de mirarla y contemplarla.
Despertaba el horizonte
por los caminos del alba.
Luna, deja que la noche
sea... Un poquito más larga.
Tanto retrasó su vuelta
que se hizo nieve blanca
y se quedo tan dormida
que la luna extasiada
dejo que pasara el tiempo
y no pudo despertarla.
El hada junto a la luna,
compadecida lloraba.
La cogió sobre sus brazos
y se llevo a la Sultana,
por el monte Mulhacén
convertida en nieve blanca
Allí sigue desde entonces
mirando hacia su Granada
Recuérdalo, por si subes
un día a Sierra Nevada
y veas sus nieves eternas,
que es, la bella Sultana,
que el Hada Azul dejo allí,
convertida en nieve blanca.

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